Economía y Finanzas para Todos

Bitácora de artículos de opinión y análisis sobre diferentes debilidades de la economía y las finanzas en el Perú, desde un punto de vista técnico, imparcial e independiente. Los artículos buscan exponer estas debilidades, en un lenguaje sencillo y accesible, con la finalidad de concienciar y promover las mejoras y reformas necesarias en beneficio de todos.

2008-02-29

¿CÓMO DETERMINAN LOS BANCOS Y DEMÁS INTERMEDIARIOS SUS TASAS DE INTERÉS?


En el mundo real, todas las empresas y personas dedicadas a algún negocio enfrentan el problema de cómo poner precio a los bienes o servicios que ofrecen en el mercado. Los precios tienen infinidades de nombres, especialmente en el caso de servicios. Las empresas de transporte cobran pasajes, los médicos y otros profesionales cobran honorarios, las compañías de seguros cobran primas, los empleados cobran sueldos, los obreros cobran salarios y los bancos cobran intereses.

Básicamente, los intereses viene a ser los precios que cobran los bancos e intermediarios por los créditos que colocan (venden), aunque también así se llama a los precios que estos pagan por los depósitos que captan (compran) del público. De hecho, en algunos de estos casos el precio total cobrado (o pagado, según sea el caso) debe considerar también el cobro de comisiones, las cuales no son sino otro tipo de particular de precios.

Durante casi toda la historia los diferentes precios se fijaron por la negociación constante entre quienes compran y quienes venden. Normalmente no había un precio fijo para todo lo que un mismo oferente vendía. Esto se puede observar todavía con mayor frecuencia en los mercados de algunos países árabes como Egipto o Marruecos o en el regateo del precio del servicio de taxis en el Perú. La idea de tener un solo precio recién aparece al final del siglo XIX con el desarrollo de las ventas a gran escala y la necesidad de estandarización. No obstante, con el posterior desarrollo de la mercadotecnia también aparecen varios precios únicos para variantes de un mismo bien o servicio: los llamados segmentos de precio-calidad.

Cuando en un mismo mercado se generan varios segmentos de precio-calidad, el precio pasa a ser un elemento más en la mezcla de mercadotecnia de cada empresa oferente que compite en el mercado de determinado bien o servicio. De este modo, a grosso modo, es posible que coexistan en equilibrio tres grupos de compradores: los que insisten en una alta calidad y están dispuestos a pagar un precio alto, los que insisten en el precio y están dispuestos a tolerar menor calidad, y los que equilibran ambas consideraciones. Pero aún así, para cada segmento de calidad será posible encontrar variantes de precio.

Y es que en general, cada precio generará un nivel de demanda distinto y por tanto un impacto distinto en los objetivos de mercadotecnia de cualquier empresa, inclusive en los de los bancos. La relación entre las diferentes alternativas de precio y cantidad de demandada resultante genera lo que los economistas llaman curva de demanda, la cual toma en cuenta las reacciones de muchos individuos que tienen sensibilidad a los precios, sensibilidad a las tasas de interés.

Y si bien la demanda establece el límite superior para el precio que una empresa cualquier puede cobrar por algún producto en particular, los costos debieran establecer el límite inferior. Cualquier negocio que pretenda ser viable requiere cubrir todos sus costos, costos fijos y costos variables, los que no varían con el volumen de producción y los que sí lo hacen. Los bancos e intermediarios son un tipo de negocio que no escapa a esta regla. No importa en qué segmento esté el crédito que ofrezcan, en todos los casos debe poderse determinar si los intereses que cobran crean o no crean valor.

¿Cómo asegurar la creación de valor?

En principio, para determinar el punto a partir del cual un precio crea valor, se requiere que la empresa involucrada asegure la sostenibilidad de su negocio y la rentabilidad patrimonial del capital de sus accionistas por medio del precio que cobra por cada uno de sus productos.

Si el primer requisito no se cumpliera, dejaría de estarse asegurando el principio elemental de negocio en marcha, pues, desde un punto de vista privado, no se estaría asegurando la viabilidad económica del negocio en el largo plazo. Si el segundo requisito no se cumpliera, implicaría que la utilidad que genere el patrimonio invertido por los accionistas sería menor que su utilización alternativa en el mercado, con lo cual, inclusive desde un punto de vista social, el negocio no cubriría el costo de oportunidad que dichos recursos tengan en la sociedad.

Ahora bien, la sostenibilidad de largo plazo de cualquier negocio se asegura cuando no sólo se toman en cuentan los costos marginales incurridos, sino cuando también se consideran las pérdidas esperadas directamente asociadas a dichas actividades. No hacerlo implica que el negocio está operando a pérdida en el largo plazo. No se trata de hacer una asignación meramente contable, sino de hacer una real valoración económica intertemporal de todas las pérdidas esperables en el tiempo.

Por otro lado, la consideración del costo del capital patrimonial invertido por los accionistas no sólo asegura una mínima rentabilidad o beneficio sino que también asegura una eficiente asignación de recursos en toda la sociedad en función al riesgo de cada negocio. Y es que los costos de oportunidad sólo son comparables si han sido debidamente ajustados por su riesgo relativo. Así, el capital patrimonial aportado en cada negocio asegura un colchón de cobertura frente a las pérdidas inesperadas del negocio, pérdidas derivadas de incurrir en tales actividades, y la asignación de una rentabilidad ajustada por riesgo asegura que los accionistas están debidamente recompensados, de modo que la sociedad en su conjunto hace una asignación eficiente de recursos.

Así, se observará en el mercado que lo que los economistas llaman curva de oferta no es más que entre la relación entre la cantidad agregada que todos los oferentes del mercado están dispuestos a ofrecer para cada nivel de precios, asumiendo que cubren todos sus costos sin destruir valor.

¿Cómo determinar las tasas de interés mínimas para los créditos?

Existen muchas formas de establecer las tasas de interés de los tarifarios de los bancos o intermediarios financieros. Muchas veces estos tarifarios están fuertemente influenciados por los de la competencia, ¿pero cómo una empresa puede determinar hasta qué nivel puede reducir sus tasas de interés para operaciones especiales, o preferenciales, sin llegar a destruir valor? Las formas de determinar este piso o umbral mínimo no son muchas. La mayoría de metodologías converge a un estándar internacional que se basa en el cálculo de los componentes de las tasas de interés, asumiendo una efectiva centralización de todos los flujos de fondos generados por las diferentes unidades de cada banco o intermediario.

Un primer componente es el de la tasa de transferencia que no es más que el costo marginal comparable de los fondos necesarios para los préstamos concedidos (vendidos) o cualquier otro activo rentable, según el plazo y la moneda involucrada, tasa que al mismo tiempo es el rendimiento marginal comparable de los fondos obtenidos de los depósitos captados (comprados) o cualquier otro pasivo costeable. Es como si todo partiera de cero y todo requiriese ser cotizado en el mercado relevante: si se va a prestar, cuánto cuesta tomar esos recursos, si se va a captar, cuánto rendirían dichos fondos.

El mercado relevante para estimar el costo o rentabilidad marginal de cualquier escasez o exceso de fondos de tesorería de cualquier banco suele ser el mercado interbancario. En dicho mercado, todos los bancos y demás intermediarios se prestan dinero entre sí, usualmente a plazos muy cortos, y sus tasas son fuertemente influenciadas por el acceso de dichas entidades a los instrumentos monetarios del banco central. No obstante, también suelen ser mercados relevantes para determinar las tasas de transferencia correspondientes los mercados de dinero y los mercados de capitales para los plazos medios y largos.

Un segundo componente es la prima de capital que, como antes se indicara, retribuye el costo del capital patrimonial invertido por los accionistas propietarios del banco o intermediario. Para estimarlo se debe considerar que éste se puede calcular a partir de la rentabilidad libre de riesgo y la prima de riesgo del negocio bancario de largo plazo. No obstante, la prima de capital componente de cada tasa de interés depende de la naturaleza propia de cada tipo de operación involucrada y del efecto esperado del impacto de este tipo de operaciones sobre la capacidad de diversificación de la cartera total.

La ponderación base de consumo de capital depende del apalancamiento patrimonial máximo que ha sido establecido como objetivo en el banco. Puede que el máximo apalancamiento regulatorio permitido pudiera ser mayor, pero dependerá mucho del nivel de solvencia relativo que cada entidad particular desee alcanzar y reflejar en la calificación de riesgo que le asignen las agencias de riesgo. Como dicen los economistas, ceteris paribus, en general, un banco menos apalancado será un banco más solvente y viceversa. Una vez establecido el apalancamiento máximo objetivo, la ponderación de consumo de capital dependerá principalmente del riesgo relativo que represente el tipo de operación o la contraparte involucrada, de los colaterales elegibles y de los descalces cambiarios que cada uno presente.

El tercer componente de las tasas de interés lo conforma la prima de riesgo. Como puede intuirse, esta prima compensa el riesgo relativo específico de cada contraparte involucrada, es decir, compensa el riesgo particular del deudor del crédito según su calificación o clasificación de riesgo y, eventualmente, de las garantías involucradas. En buena cuenta depende de la probabilidad de incumplimiento o impago y de la severidad de la pérdida si efectivamente ocurriera el impago.

Normalmente los bancos e intermediarios desarrollan metodologías de calificación de riesgo que permite agrupar a los deudores en una o varias categorías de riesgo relativo. El ideal es que, sobre un horizonte de largo plazo, se haya calculado las pérdidas esperadas para cada categoría de riesgo. Es decir, esta prima no corresponde de ninguna manera a las provisiones contables efectuadas actualmente ni mucho menos a la morosidad actual de la cartera, sino a la estimación media del valor actual de las pérdidas esperadas al otorgar un crédito ahora y a lo largo de toda la vida de dicho crédito, una parte de las cuáles se registrarán en los castigos por incobrables que se efectúen más todos los eventuales gastos de cobranza relacionados.

Adicionalmente al riesgo crediticio tradicional indicado, en países con elevados niveles de dolarización, como el Perú, Bolivia o Uruguay, es necesario considerar la exposición de la operación al riesgo crediticio derivado del riesgo cambiario (RCDRC). Es decir, en el caso de créditos otorgados a deudores locales pactados en moneda extranjera e ingreso en moneda local, es necesario añadir una prima por RCDRC proporcional a su nivel de exposición. Esta prima debe cubrir las mayores pérdidas derivadas de la incertidumbre del costo y valor de una deuda pactada en una moneda diferente a la de generación de ingresos del deudor y del efecto perverso que tiene este tipo de deudas sobre el proceso de diversificación de la actividad de intermediación.

De manera similar al caso tradicional, por medio de una metodología de evaluación de la exposición al RCDRC se determina en qué categoría o nivel de exposición se ubica dentro de una escala en la que el nivel más bajo corresponde a un crédito que no presenta descalce. Nuevamente esta prima no corresponde a la morosidad crediticia actual de los créditos con descalce cambiario ni a las provisiones actualmente efectuados, sino a la media del valor actual de las pérdidas esperables en todo un ciclo crediticio de largo plazo al otorgar créditos con descalce cambiario, con exposición al RCDRC. Evidentemente esta prima se puede reducir en función a mayores colaterales y otros criterios rigurosos de otorgamiento de créditos en moneda extranjera.

El cuarto componente corresponde al diferencial por gastos operativos, idealmente a los gastos operativos directamente atribuibles. El diferencial de gastos operativos correspondiente se determina por según los centros de costos y beneficios de cada unidad de negocio a cargo del otorgamiento, seguimiento, control y recuperación de dichos créditos.

Finalmente, el quinto componente está conformado por los efectos tributarios u otros relevantes directamente atribuibles a cada tipo de operación crediticia. Eventualmente los intereses generados por el otorgamiento de algún crédito, o la compra de determinados valores, podría estar exonerada de impuesto a la renta o, en el futuro, la exoneración del impuesto general a las ventas o impuesto al valor agregado podría no ser renovada.

-> Ta (mín) = Tt + Pc + Pr + Go + Et
donde:
. Tt: Tasa de transferencia por moneda y plazo de los fondos involucrados.
. Pc: Prima de capital que retribuya el costo del capital del patrimonio del banco.
. Pr: Prima de riesgo que compense el riesgo crediticio y el RCDRC relativos.
. Go: Diferencial por gastos operativos atribuibles.
. Et: Efectos tributarios u otros efectos relevantes.

¿Y cómo determinar las tasas de interés máximas para los depósitos?

Por otro lado, el tratar de determinar las tasas de interés máximas por los depósitos que captan (compran) los bancos equivale a tratar de determinar cuál es el precio máximo que cualquier empresa debiera estar dispuesta a pagar por los insumos más importante que compra. La respuesta obvia, y aparentemente más sensata, sería el pagar como máximo su precio de mercado, es decir, la tasa de transferencia de los recursos utilizados (primer componente).

Sin embargo, la propia naturaleza de los bancos e intermediarios financieros, llamados también de modo más general entidades de depósito o entidades monetarias, les otorga un poder de negociación muy grande y mucho mayor frente a sus proveedores. La razón es que sus proveedores a veces suelen ser muchísimos y atomizados ahorristas u otras veces suelen ser grandes clientes institucionales cuyo negocio principal no es prestar a los bancos (comprarles sus depósitos). El hecho concreto es que, en general, los proveedores de los bancos terminan estando muy desorganizados en el mercado, tanto es así que requieren diferentes canales de atención, virtuales o presenciales. Obviamente esto implica que para determinar la tasa máxima a pagar por moneda y plazo a la tasa de transferencia deben deducirse los gastos operativos directamente atribuibles para captar dichos recursos (segundo componente).

Asimismo, no todas las fuentes de fondos enfrentan los mismos requerimientos de regulación monetaria, en particular no todos los depósitos y otros adeudados que los bancos compran (captan) están afectos a los mismos requerimientos de reservas obligatorias o sistemas de encajes legales y adicionales por parte del banco central. Nuevamente, con la finalidad de asegurar que la tasa que se paga por cada tipo de fondos efectivamente crea valor, se requiere que dichos costos u otros sean deducidos en función a sus particularidades por moneda y plazo (tercer componente).

Sin embargo, en determinados casos especiales, el poder de negociación del banco o intermediario involucrado es relativamente menor, de modo que no le permiten trasladar algunos de estos costos a sus proveedores, como es el caso cuando el proveedor de un banco o intermediario es un banco del exterior que normalmente no está exento del encaje. En tales casos, con la finalidad de no destruir valor, dicho tercer componente del costo deberá ser trasladado puntualmente hacia la tasas de interés mínima de los créditos financiados con esos recursos.

-> Tp (máx) = Tt - Go - Ce
donde:
. Tt: Tasa de transferencia por moneda y plazo de los fondos involucrados.
. Go: Diferencial por gastos operativos atribuibles.
. Ce: Costos de encaje y cualquier efecto relevante.

A modo de conclusión

La simple lectura de los estados financieros de cualquier banco, y los de cualquier intermediario que capta y coloca recursos en general, muestra que las utilidades o beneficios en términos monetarios dependen de los ingresos procedentes de los activos que posee, del costo de los pasivos que debe, del nivel de gastos operativos en los que incurre y de los impuestos que paga.

De hecho, de manera simplista se puede ver que un rendimiento patrimonial positivo se asegura estableciendo unas tasas de interés activas promedio tales que sean capaces de cubrir los costos promedio de los pasivos, los gastos operativos y los impuestos involucrados. Y el rendimiento patrimonial podría ser mayor si se logra apalancar más a la entidad involucrada. Sin embargo, de ninguna manera un rendimiento patrimonial positivo asegura la creación de valor en la institución ni mucho menos que todas y cada una de las operaciones lo estén creando.

Si se revisan las tasas de interés ofrecidas por los diferentes intermediarios del mercado, a simple vista se puede deducir con facilidad cómo en varias entidades los tarifarios que tienen no permiten asegurar la creación de valor de cada producto que ofrecen. Por el contrario, en no pocos casos se promueve un insaludable subsidio cruzado, de las operaciones minoristas en favor de las operaciones mayoristas y de los créditos en moneda nacional en favor de los créditos en moneda extranjera. Insaludable en algunos casos para la solvencia financiera de cada intermediario individual e insaludable para la estabilidad financiera y el desarrollo económico de toda la sociedad en general.

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