Economía y Finanzas para Todos

Bitácora de artículos de opinión y análisis sobre diferentes debilidades de la economía y las finanzas en el Perú, desde un punto de vista técnico, imparcial e independiente. Los artículos buscan exponer estas debilidades, en un lenguaje sencillo y accesible, con la finalidad de concienciar y promover las mejoras y reformas necesarias en beneficio de todos.

2007-02-19

LAS PYME: ENTRE LA IN-FORMALIDAD Y LOS DES-INCENTIVOS TRIBUTARIOS


por Edgar Jiménez Sotelo† (jimeneze02@alum.darden.edu)*


Mucho se ha hablado sobre las cifras de la presión tributaria a lo largo del tiempo, así como sobre las famosas y perversas exoneraciones tributarias que se pueden calcular sumando y restando. Lo que hasta ahora no se ve, porque no se quiere ver, es cuántos tributos e impuestos se dejan de pagar en el día a día mientras todos nos hacemos la vista gorda.

Comencemos por algo sencillo y cotidiano: cuándo usted toma un taxi ¿le dan una factura o boleta? No. ¿Pero si usted exige que se la den? Probablemente se reirían porque pensarían que es una broma. ¿Existen empresas que las dan? Por supuesto que sí, pero eso es una mínima minoría, las que hacen servicios a algunas empresas y a cierto tipo de turistas, y paramos de contar.

¿Ha hecho algo nuestro supervisor tributario para revertir esto o situaciones similares? ¿Le interesa a un trabajador independiente de la calle dar una boleta o factura por su servicio? ¿Le interesa pedirlas a su vez a los que le venden o dan servicios (como la estación de servicio donde llena gasolina)? ¿Le interesaría reportar sus ingresos? Por su puesto que no: no tiene ningún incentivo para hacerlo.

Otro ejemplo cotidiano es el de la venta en los mercados de abasto tradicionales y en las llamadas paraditas. ¿Alguna vez recibió de ellos una boleta de venta? Probablemente nunca. ¿Tienen ellos alguna exoneración especial? El ciudadano común de a pie no lo sabe y tampoco le interesa saberlo.

Un ejemplo más genérico. Si alguna vez pidió una factura, seguro que habrá recibido como respuesta una frase parecida a ésta: “si es con factura, es 19% adicional”. ¿Qué significa esto? Que ser formal tiene un costo muy alto y que muy pocos están dispuestos a pagarlo. Es decir, que si usted quiere la factura, usted debe pagarla, y le va a costar un 19% del valor de lo que compre.

¿Qué debería hacer el supervisor tributario? ¿Hacer redadas y obligarlos a tributar? Esto es simple coerción y la experiencia demuestra que a la larga no funciona. Precisamente como en el fondo sucede con otras medidas como las detracciones, las retenciones, los ITF, los IAN, etc. Muchos dirán que sí funcionan porque ahora se recauda más, pero no ven que en el largo plazo estas medidas hacen mucho más ineficiente el hacer negocios en el país. La razón es simple: disuaden a los potenciales nuevos contribuyentes y exprimen a los contados que sí contribuyen.

Para hacernos una idea más realista, se puede hacer una simple clasificación de negocios desde el punto de vista de su “nivel de informalidad”. Existen los “absolutamente informales” que no reportan nada de sus ventas y para la Sunat no existen. Luego están los “muy informales” que reportan lo mínimo, hasta un 25% de sus ventas, diríamos. Después están los que típicamente conocemos como “informales” que reportan entre el 25% y el 75% de sus ventas. A continuación están los “casi formales” que reportan del 75% al 99% de sus ventas. Finalmente están los “súper formales” quienes siempre reportan el 100% de sus ventas.

¿Qué porcentaje de empresas está dentro de cada grupo? Valdría la pena hacer un estudio de esto, pero lo más importante sería saber qué movimientos hay de un grupo a otro cada que aparece una nueva norma tributaria o un nuevo impuesto. Así podría contarse con una mejor herramienta de evaluación de la efectividad y del costo-beneficio que representan para el país cada una de las normas tributarias que se dictan.

Pero si de incentivos y desincentivos se trata, analicemos ¿qué incentivos actualmente da la Sunat a una empresa nueva que quiera ser formal? Que se sepa, ninguno. Más bien lo que hay son desincentivos. Para graficar, un ejemplo. Usted inicia un nuevo negocio de transformación y comercialización y, como no quiere comenzar con el pie izquierdo, comienza con clientes grandes, que sean solventes, que no le vayan a “cabecear”. Cuando reciba su primer pago por su primera venta verá que recibe 6% menos (retención). Luego al reportar su primer mes de ventas tendrá que pagar 2% sobre el total de ventas efectuadas. A esta “merma de liquidez”, debe añadir las normales “mermas” del giro del negocio, ya sabe que no hay negocio que comience ganando desde el primer día. Así comienzan a acumularse una suerte de “seudo pérdidas operativas”.

Si su negocio comenzó con un capital de S/. 20,000 soles, con un margen modesto (competitivo) e inicialmente comienza facturando S/. 10,000 mensuales, pero luego de 5 meses termina facturando S/. 100,000 soles mensuales (o sea tiene un negocio exitoso), entonces se dará con la ingrata sorpresa que en la realidad usted estará “prácticamente quebrado”. Y esto no se deberá a que sus estados financieros muestren pérdida total del capital invertido (¡!), sino porque su negocio estará “iliquido”, ya que toda su liquidez… ¡lo tendrá la SUNAT! ¡incluso más que su propio capital invertido!

Pero claro, como usted es un empresario de empuje, que no se deja vencer, ha logrado conseguir un préstamo contra el capital de sus EEFF, pero lo ha tenido que hacer haciéndose pasar por empleado de rango medio superior ¿por qué? Porque si a usted el banco lo considera como microempresario será como una maldición: le cobraran tasas de intereses de 24% a 60% anual, como mínimo. En cambio, como empleado usted podría conseguir hasta un 6% para un crédito vehicular, en el cual usted hace pasar su camioncito por una camioneta para uso personal, claro, si algún banco se lo cree. O sea, que la formalidad le habrá costado tomar un préstamo que de otro modo podría no haber requerido, esto hasta que la Sunat le devuelva su capital y sus ganancias, sin contar con el costo de oportunidad incurrido.

No obstante, dicen que hay una tabla de salvación para el empresario: la Sunat devuelve las retenciones en exceso después de 3 meses sin uso. Pero claro, después de la solicitud usted tiene que esperar 45 días útiles más, o sea, 2 meses calendario más. Entonces, por supuesto, pasan los 5 meses y su solicitud entra en silencio administrativo, pero nadie le devuelve nada. Está en el mes 6, al borde del colapso, llama, pero le dicen que tiene que esperar. Espera y vuelve a llamar y le dicen que espere, que si no está contento usted puede irse a la vía contenciosa o judicial, donde la Sunat tendría 6 meses más para responderle, o puede quejarse con la oficina de Defensoría del Contribuyente para que le den apoyo psicológico, porque ahí se enterará que hay casos peores.

Se va por el mes 7, tiene que pagar sueldos y gratificaciones, pagar proveedores y pagar más a la Sunat, aparte de lo que le sigue reteniendo adicionalmente por cada nueva venta que hace. Y, claro, lo tiene que hacer puntualmente para que algún día lo nombren buen contribuyente, y así el calvario sea más llevadero.

Finalmente, a Dios gracias, le pagan, pero no se arregla su problema de iliquidez: con la demora la Sunat se ha ido consumiendo más dinero y ahora no sólo tiene que esperar 3 meses sin uso del nuevo dinero retenido, sino que, además, tiene que esperar también 3 meses adicionales más desde la última solicitud de devolución para hacer una nueva solicitud ¡de ripley!…pero es la verdad.

Entonces ¿cree usted que alguien en su sano juicio volvería a jugarle limpio a la SUNAT en un próximo negocio que abra? Probablemente si usted lo hace, le aparecería una aureola y le harían una efigie bonita, al lado de San Martín de Porres y de Santa Rosa de Lima, porque entonces usted se habrá convertido en un santo. ¿Acaso es así como se aumenta la recaudación tributaria? ¿A costa de mayores retenciones de liquidez a los mismos contribuyentes que no generan obligaciones de tributar en la misma proporción y que por tanto se ven obligados a “financiar” el incremento en la recaudación tributaria?

Éste es un ejemplo real, apenas una esquina pequeña de la realidad de las micro y pequeñas empresas que se hallan frente a los des-incentivos de la in-formalidad. Para muestra basta un botón y no toda la verborrea de apoyo a las pyme, con las que los políticos se llenan la boca todos los días. Menos aún de las intervenciones operativas de la Sunat, que ante el primer informal que encuentra en la calle se rasga las vestiduras y lo cree delincuente, cuando sus propios empleados ven el día a día en las calles y viven igual que el resto de mortales como usted, en medio de la formalidad e informalidad y todas sus variantes ¿doble estándar moral? ¿hará alguien algo al respecto?

* Ingeniero por la Universidad Agraria La Molina y MBA por la Universidad de Virginia (EE.UU.)

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2006-11-30

POLÍTICA MONETARIA, RESERVAS Y EXONERACIONES TRIBUTARIAS


Una de las principales funciones del banco central de cualquier país es la regulación de la moneda y el crédito del sistema financiero. En la mayoría de países, el principal mecanismo de intervención que usan los bancos centrales es el de las tasas de interés. No es ninguna novedad decir que la Reserva Federal de los EEUU, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón, por ejemplo, periódicamente publican las variaciones que hacen en las tasas de referencia que fijan y las razones que las sustentan.

Normalmente, una de dichas tasas de referencia es el centro de un corredor fijado por la autoridad monetaria para las realización de las operaciones del mercado interbancario. Es decir, el banco central establece en qué nivel debería estar el precio de las operaciones crediticias de muy corto plazo entre las diferentes entidades financieras. Para ello, los bancos centrales establecen precios para sus operaciones activas y pasivas, según se trate de otorgar préstamos a dichas entidades o de recibir depósitos de ellas, respectivamente. La lógica elemental indica que las operaciones activas deben de tener una tasa de interés mayor que las operaciones pasivas, y ambas a su vez deben ser más caras y menos rentables que sus análogas del mercado, respectivamente, a menos que se trate de una intervención puntual de la autoridad monetaria en el mercado.

De lo contrario, en el primer caso, las entidades podrían arbitrar a la autoridad monetaria respecto de sí misma (hacer ganancias pidiendo préstamos cuyos intereses son pagados por los intereses de los depósitos hechos en la misma entidad) o, en el segundo caso, podrían introducirse distorsiones perversas en el mercado (como limitar el deseable desarrollo del mercado interbancario si la autoridad monetaria paga más por los depósitos que lo que pagarían otras entidades de mayor riesgo o si cobra más barato que lo que las demás entidades cobrarían).

En el Perú, desde el establecimiento de metas explícitas de inflación en 2002, la política monetaria se ejerce a través del establecimiento de tasas de referencia, las cuales se modifican periódicamente. El tema no sería mayormente relevante, si el banco central sólo fijara su tasa de referencia para su "moneda nacional", como lo hacen todos los otros bancos centrales respecto de sus "monedas nacionales". Y es que sólo se puede establecer precios de referencia de la moneda que se emite y controla, por la definición misma de cualquier banco central.

En cambio, aunque nuestro banco central no fije una tasa de referencia objetivo explícita en dólares, que se supone lo hace la Reserva Federal de los EEUU, sí ha venido fijando tasas de interés para sus operaciones activas y pasivas en dólares. La razón del establecimiento de esta extraña particularidad se hallaría en que, con la oferta de dichas operaciones, el banco alienta el “incremento” de las famosas reservas internacionales netas (RIN), de paso que ofrece proveer cierto “seguro” de liquidez en dólares en una economía altamente dolarizada que, en estricto, no tiene prestamista de última instancia en dólares. Pero, ¿es esto realmente saludable?

Por un lado, el incremento en las RIN se logra “recibiendo” depósitos en dólares de las entidades financieras locales, las cuales tendrían como alternativa depositarlos en otras entidades financieras en el exterior, depósitos que obviamente no computaría como parte de las RIN. Es decir, en realidad las RIN son reservas netas sólo de obligaciones “internacionales” (en moneda extranjera), pero no son reservas netas de obligaciones “locales” en moneda extranjera, las mismas que no suelen existir de manera significativa en un país sin problemas de dolarización. ¿Acaso una economía se vuelve más sólida si considera como “propias” las reservas de divisas que en realidad son propiedad privada de sus ciudadanos? Sólo si se apropiara de ellas. Desde este punto de vista, el concepto de las RIN de países sin problemas de dolarización se aproximan más al concepto que en el Perú se denomina posición de cambio (PC). La PC no son otra cosa que las RIN netas de obligaciones "locales" en moneda extranjera. La PC son las reservas internacionales que realmente cuentan (propiedad neta del banco central) y son las que realmente le dan holgura a la economía en situación de vulnerabilidad, sin necesidad de tocar las divisas "ajenas".

Por otro lado, contraproducentemente se continúa otorgando un “seguro” de liquidez en dólares a los intermediarios del sistema financiero cuando el banco central ofrece otorgar créditos en dólares, como si realmente pudiera cumplir el papel de prestamista de última instancia en dólares. Buena parte de la disponibilidad de este “seguro” no es “segura” porque no es parte de la PC, y ni siquiera del encaje obligatorio, sino que está limitada a la “disposición” de las mismas entidades financieras a mantener depósitos “voluntarios” en el banco central para que éste, a su vez, pueda seguir prestándolos. Una mejor señal sería retirar dicho inseguro “seguro”, pues, lo que en realidad sí “asegura” es la subestimación del riesgo de liquidez en dólares del sistema, subestimación que continúa inhibiendo un franco proceso de desdolarización en un contexto externo positivo que por razones obvias no será permanente.


Pero aún hay más. Debido a un incentivo tributario inadecuado, en el último año el mantenimiento de tasas activas y pasivas en dólares por parte del banco central ha ocasionado, además, serias inconsistencias en la política monetaria, las cuales fue hábilmente aprovechada por los especuladores. El “incentivo” consiste en que, desde 2002 al menos, se viene renovando una exoneración del impuesto a la renta sobre los intereses y demás ganancias provenientes de créditos concedidos al sector público nacional. Esto significa que, toda vez que el banco central no pertenece al sector privado nacional, la exoneración se hace extensiva a las ganancias por los depósitos efectuados en el banco central (tasas pasivas). Una exoneración así implica una ganancia adicional por menor pago de impuesto a la renta para las entidades financieras que sí generen utilidad gravable.

Así, en diciembre de 2005, cuando la Reserva Federal de los EEUU subió su tasa de referencia en 4.25% y cuando la tasa de interés a la que los bancos estadounidenses se prestaban a un día (libor overnight) cerró en 4.4%, el BCRP cerró el mismo mes pagando tasas de interés de 4.0% por los depósitos recibidos (tasas pasivas). Sin embargo, producto de la exoneración de impuesto a la renta vigente, la rentabilidad neta de los depósitos no fue sólo de 4.0% sino que pudo llegar hasta 5.2%, en función de la capacidad de cada entidad para usar el referido beneficio tributario.

Pero no quedó ahí todo. Como el banco central también fija tasas de referencia en moneda nacional, en esas mismas fechas se vio obligado a ofrecer más recursos en el mercado para defender su “independencia” y no subir las tasas en soles innecesariamente. A esa misma fecha, el costo de las operaciones de crédito (tasas activas) en soles ofrecidas por el banco central se encontraba en torno al 4%. Así, no resultó muy complicado que algunas entidades financieras se endeudaran en soles con la misma autoridad monetaria a tasas de un poco más de 4% para comprar dólares (al mismo tiempo que la autoridad monetaria los vendía y así reducía su posición de cambio) e inmediatamente los depositaran en el mismo banco con una rentabilidad efectiva de casi 5.4%, incluyendo el efecto tributario (actividad de arbitraje que cuando se realiza con dos bancos y dos monedas se conoce como carry trade).

Para tratar de evitar el arbitraje a sí mismo, el banco central tuvo que ir subiendo su tasa en soles, pero la oportunidad de arbitraje se mantuvo porque las tasas en dólares del banco central también fueron subidas automática e ¿innecesariamente?. Es decir, las entidades financieras locales lograron por sus depósitos una rentabilidad inclusive mayor a la que lograron las mismas entidades financieras del exterior por hacer una operación equivalente (4.4%), sin "afectar" aparentemente a las RIN.

La espléndida oportunidad fue aprovechada hasta julio de 2006 inclusive. Actualmente este mecanismo de arbitraje se halla inhibido, no por cambios regulatorios sustanciales, sino debido a la creciente tendencia apreciatoria del sol, que produjo pérdidas cambiarias (más del 5% en un semestre) que revirtieron las ganancias logradas por diferencial de tasas de interés (50% de un promedio de 150 puntos básicos en el mismo semestre). Tendencia apreciatoria que desde entonces viene siendo contenida con recurrentes intervenciones del banco central en el mercado cambiario, las cuales "afortunadamente" ahora sí vienen fortaleciendo la PC que fue debilitada para enfrentar los ataques especulativos, que aún pueden repetirse en el futuro.

Por tanto, a estas alturas, ofrecer tasas activas y pasivas en dólares trae más perjuicios que beneficios para la salud de la economía. Mejor es concentrase en la PC que en las RIN y para ello no se necesita ofrecer las operaciones de ventanilla en dólares que incentivan la miopía del sistema en torno a un seguro bastante inseguro, salvo que se considere seriamente la posibilidad "viable" de una apropiación de depósitos en dólares como se hizo en otros países cuando enfrentaron crisis por problemas de alta dolarización similares. La vulnerabilidad se agudiza más por una de tantas exoneraciones tributarias que se renuevan cada fin de año, muchas de ellas entre gallos y medianoche. Esa misma exoneración que ha hecho que, desde julio de 2006, la rentabilidad efectiva de un depósito en dólares en el banco central sea mayor que el costo de tomar prestados esos mismos dólares del mismo banco. Realmente inexplicable.

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